"La paz os dejo, mi paz os doy; yo no la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo". Juan 14:27
Esta paz es más que una simple quietud o la ausencia de problemas en la vida. Ella ofrece, ciertamente, un ambiente de tranquilidad, pero también incluye salud y bienestar espiritual, junto con la certidumbre de que se está en buena relación con Dios. No hay desbordes de ansiedad y angustia, porque hemos aprendido a abandonar con confianza nuestra vida y nuestras circunstancias en las manos del Señor. Nos hace confiar decididamente en Dios.
Es imposible pensar en expresiones de amor y gozo provenientes de
un corazón destrozado por la ansiedad, o con una actitud de contienda y malas
relaciones con Dios y con los demás seres humanos. El amor, el gozo y la paz siempre
tienen que ir juntos. Cuando estos tres se encuentran en acción, entonces el
Espíritu Santo los usa para desarrollar las demás facetas del fruto.
"Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa". Hebreos 10:3
El Espíritu Santo nos ayuda a ser pacientes y de temperamento calmado aun hacia esas personas que hacen todo lo posible por enojarnos o hacernos daño. Solamente el poder del Espíritu nos da la fuerza suficiente para no reaccionar de manera agresiva o con resentimiento contra los que repetidamente nos ofenden y nos atacan de diversas maneras.
El Espíritu Santo nos ayuda a ser pacientes y de temperamento calmado aun hacia esas personas que hacen todo lo posible por enojarnos o hacernos daño. Solamente el poder del Espíritu nos da la fuerza suficiente para no reaccionar de manera agresiva o con resentimiento contra los que repetidamente nos ofenden y nos atacan de diversas maneras.
Dios demostró su inmenso amor e infinita paciencia cuando envió a
su Hijo Jesucristo para que viniera a este mundo a dar su vida, aun después de
recibir tanta ofensa. Jesús manifestó su amor al permanecer callado y soportar
con absoluta paciencia todas las injurias y el maltrato que sufrió cuando estaba
en manos de los pecadores. Lo sublime de su paciencia se echa de ver en que oró
al Padre intercediendo por sus enemigos. Dios espera que nosotros también
demostremos ese mismo amor paciente hacia los que nos rodean.
(Continuará)