La grandeza y la sabiduría de Dios son infinitamente poderosas, la mente del hombre no puede alcanzar su dimensión. ¿Cómo comprender Su Amor Fiel por hombres orgullosos, egoístas y de muchas fallas? ¿Cómo entender ese Amor Misericordioso, Compasivo, que todo sufre, todo lo cree, que espera y que jamás acaba? El Amor de Dios fue tal que Él dio al mundo a Su Único Hijo para pagar por los pecados de la humanidad, comprando la Salvación Eterna para todos los que en Él creen. Este es el verdadero amor: una actitud de entrega. El mismo Señor Jesús, hablando de sí mismo, enseña: "Nadie tiene mayor amor que éste, de dar a alguien su vida por sus amigos" (Juan 15.13). Cuando reconocemos el sacrificio del Señor Jesús por nosotros, comenzamos a entender su plan de salvación, el verdadero amor, que dio a todos la oportunidad de evitar la muerte eterna en el infierno. Y si el poco de Él que nos es revelado cuando reconocemos Su sacrificio ya es suficiente para transformarnos en personas de bien y perdonadas, imagine lo que sucede en nuestra vida cuando lo conocemos plenamente? "Y conocer el amor de Cristo, que excede todo entendimiento, para que seáis tomados de toda la plenitud de Dios." (Efesios 3.19)
Con el entendimiento de Su Plenitud en Omnipotencia, Omnisciencia y Omnipresencia, quedamos aún más admirados por Su Poder, Su Ciencia y capacidad de estar en todos los lugares al mismo tiempo. Sus ojos penetran en nuestros pensamientos, en lo profundo de nuestra alma, y nos conocen muy bien. Si nos rendimos a Él para servirle, podemos asimilar su carácter al aplicar sus enseñanzas, luego su Espíritu envuelve a nuestro ser y pasamos a vivir la fe inteligente, siendo dirigidos y consolados por Él, amándole a Él sobre todas las cosas. Así como el Amor de Él es demostrado por Su entrega por nosotros, Él también nos pide un amor marcado por nuestra entrega, materializada en la obediencia: "Si me amas, guardad mis mandamientos" (Juan 14.15). Quien ama a Dios, obedece a Él. Y esa obediencia a la Palabra de Dios es la fe inteligente. A pesar de ser importante ir a la escuela y estudiar, no necesita ser culto o formado en algo para recibir las bendiciones de Dios; Él sólo quiere nuestra fe y obediencia. La visión que Él nos da para la vida es mucho más que una universidad; estamos formados con Su Sabiduría, que vale más que oro y piedras preciosas. Esta fe es nuestra riqueza incomparable. ¡Imagínese lo que puede suceder a quien entrega la vida en las manos del Poderoso Dios! ¡Verá lo imposible ocurrir a través del Amor de la Fe!
Sra Ester Bezerra