Era una vez un puercoespín que vivió en la era de hielo y era líder de
un grupo. Su nombre
era puercoespín. El observo que, muchos animales de diferentes especies, acababan muriendo debido al riguroso frio y
que los grupos se mantenían juntos, principalmente durante la noche, tenían más chance
de sobrevivir. Entonces el
jefe de los puercoespín resolvió reunir a todos sus subordinados y ordeno que a partir
de aquella noche todos deberían juntarse en grupos, y así se mantendrían calentitos, protegiéndose unos al os otros.
Ya en la primera noche puercoespín recibió muchas reclamaciones, púes los espinos de unos acababan hiriendo a otros. Debido a esto los animales decidieron desobedecer la orden del líder y se apartaron unos de otros. En la mañana del día siguiente dos puercoespín fueron encontrados apartados del grupo y muertos, completamente congelados. Tal escena dejo todo el grupo asustado y en profunda tristeza. Nuevamente puercoespín reunió a todos y los mandos que hicieran una elección: o ellos se habituaban a convivir con los espinos ajenos o tendría su especie extinta del planeta. Obviamente todos resolvieron quedar juntos, mismo sabiendo que estarían sujetos a herirse con algunos espinos ajenos.
Ya en la primera noche puercoespín recibió muchas reclamaciones, púes los espinos de unos acababan hiriendo a otros. Debido a esto los animales decidieron desobedecer la orden del líder y se apartaron unos de otros. En la mañana del día siguiente dos puercoespín fueron encontrados apartados del grupo y muertos, completamente congelados. Tal escena dejo todo el grupo asustado y en profunda tristeza. Nuevamente puercoespín reunió a todos y los mandos que hicieran una elección: o ellos se habituaban a convivir con los espinos ajenos o tendría su especie extinta del planeta. Obviamente todos resolvieron quedar juntos, mismo sabiendo que estarían sujetos a herirse con algunos espinos ajenos.
Conclusión:
Aprendemos en la Palabra de Dios que el amor “todo lo sufre, todo lo cree,
todo espera, todo soporta. El amor nunca deja de ser;” (1 Corintios 13.7). Cuando tenemos el amor de
Dios en nuestro corazón, adquirimos condiciones para soportar todo y
hasta convivir con personas diferentes
a
nosotros,
con manías
diferentes
de
las
nuestras y también opiniones diferentes. Esto no significa decir que vamos a concordar
con
sus errores, pero estar conscientes de que todos somos pecadores y
si Dios nos perdona porque no hacer lo mismo? El amor de Dios nos lleva a creer que m ismo las
personas que nos enfrentan y maltratan podrán ser transformadas mediante nuestra oración y la fe. Solamente el sentimiento Divino nos dará condiciones de orar por aquellos que nos
hacen el mal. ¿Y usted, se
ha considerado la persona perfecta
rechazando a
su prójimo, o se ha esforzado para
vivir en unión con sus semejantes? Recuerde
que, por no haber comprendido al compañero los dos puercoespines murieron sin haber reflexionado que
un día sus espinos tal vez hayan herido
a alguien también.
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